terça-feira, 27 de dezembro de 2011
A 50 años del bloqueo: la educación cubana avanza
Hace 53 años la vida de los cubanos cambió
radicalmente, frente a una realidad marcada por la miseria, la desigualdad, la
dependencia económica, el sometimiento a los Estados Unidos y la carencia de
futuro, se abrió con el nuevo año la posibilidad de soñar.
Perspectivas de vida nunca antes imaginadas se
fueron creando con el gobierno revolucionario, oportunidades para todos y
equidad social fueron las frases que desde entonces han caracterizado al
proceso iniciado en la Isla el 1 de enero de 1959.
Y en medio de todo este cambio un sector fue, es y
será siempre privilegiado: la educación. Allí radica una de las mayores
fortalezas de un pueblo que hasta hace muy poco tiempo era el único
alfabetizado de América Latina.
Quizás por conocer la importancia que la Revolución
le otorga a la formación de sus hombres, es que Washington, a través de su
hostil política de bloqueo contra Cuba, ha puesto la mira desde hace más de
medio siglo en una de las esferas más sensibles de un país, la educación de sus
niños.
Y a pesar de los esfuerzos que realiza el gobierno
de la Isla para garantizar los materiales mínimos cada septiembre con el inicio
del curso escolar, los efectos del bloqueo se traducen en carencias diarias que
afectan el proceso de aprendizaje, la investigación y el trabajo científico de
estudiantes y profesores en general.
Algo de lo cual los niños cubanos, aún sin conocer
el porqué de la irracionalidad de esa política, están conscientes y lo viven
día a día, así lo confirmaron Marcos Esteira y Enrique Vázquez, dos estudiantes
de la enseñanza primaria en La Habana.
Como resultado de esta política, Cuba permanece sin
tener acceso al mercado norteamericano para la compra de insumos y materiales
fundamentales para la reparación y mantenimiento de la red escolar, con una
afectación económica el pasado año de 881 mil 400 dólares, de acuerdo con el
informe presentado por la cancillería de la Isla ante el 66 periodo de sesiones
de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Sin embargo, más allá de las limitaciones, el
esfuerzo por parte del claustro de profesores, los padres y los propios alumnos
es constante, comentó a La Radio del Sur, Wilde Laronde, Director de la Escuela
Primaria Nicolás Estévez de la capital cubana.
A este empeño colectivo se une la voluntad política
del gobierno cubano que garantiza cada año el inicio de otro curso escolar en
el que las aulas de todos los niveles de enseñanza a lo largo y ancho del
archipiélago, abren sus puertas para recibir una vez más a sus estudiantes,
ratificó Margarita McPherson, Viceministra de Educación de Cuba.
En este sentido vale destacar además que la Isla ha
cumplido con creces los objetivos del Programa de Educación para Todos de la
UNESCO y es uno de los países con mayor avance y logros en el cumplimiento de
las metas aprobadas en la cumbre mundial del Milenio convocada por la ONU en el
año 2000 y en la aplicación consecuente de la Convención sobre los Derechos del
Niño, lo que ha sido reconocido por todas las autoridades de la UNICEF que han
visitado la nación caribeña.
A esto se suma el agradecimiento de los infantes
cubanos, quienes reconocen los esfuerzos que realiza su gobierno y cada día se
educan bajo las carencias del bloqueo pero con el amor inmenso de una
Revolución que prioriza, por sobre todas las cosas, a sus niños.
Así lo corroboran las palabras de Camila Álvarez,
una pequeña de 12 años que ansía escribir una novela pero la carencia en el
país de máquinas Brailles para el aprendizaje de los niños Ciegos y Débiles
Visuales como ella, le impiden tener una propia y disponer de su tiempo libre
para usarla.
Le resulta difícil también tener acceso a las
nuevas tecnologías de la computación debido a las dificultades que enfrenta el
estado cubano para adquirir esos medios en un mercado restringido y prácticamente
dominado por los Estados Unidos.
Ella, al igual que otros 46 mil 852 niños y niñas
discapacitados de la Isla, desearían disfrutar los beneficios que estas
tecnologías aportan a su proceso educativo.
No obstante, Cecilia, quien nunca ha visto el color
de los árboles, identifica al verde con la esperanza y la oportunidad que le
brinda el gobierno revolucionario, para que un día, no muy lejano, sea una
escritora reconocida y redacte decenas de novelas.
Y estas personitas inocentes, inteligentes y llenas
de ilusión, son las que ignoran las administraciones norteamericanas desde hace
más de 50 años y las que día a día se educan dentro de una Revolución que lo da
todo por ellas.
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